Las vías ferratas son itinerarios equipados con escaleras, grapas, presas, puentes tibetanos y tirosinas para ayudar a progresar con más facilidad. Además cuentan con cables, pasamanos y cadenas que dan seguridad a la ascensión.
Están indicadas para montañeros que no escalan pero que quieran sentir las sensaciones que produce la ascensión por paredes verticales, garantizando una adecuada seguridad y con fácil acceso.
La primera vía ferrata en sí se instaló en 1843 en Austria cuando se prepara la vía más utlizada al pico Hoher Dachstein, con la finalidad de hacerlo más accesible. Posteriormente, se equiparon vias en el monte Großglockner (Austria) en 1869, y en la Marmolada (Italia) en 1903.
Posteriormente en la Primera Guerra Mundial se equipan senderos con fines militares en Los Dolomitas, en la guerra Austrohúngaro contra Italia, hasta que el fin de la guerra conviertió estos caminos en senderos deportivos y de ocio.